Calbarro: "La ideología de género confunde la igualdad de oportunidades con el igualitarismo de resultados finales en los procesos de selección laboral"
Palma, 16 de abril de 2010
"Es hora de llamar a las cosas por su nombre, y el Anteproyecto de Ley de Igualdad de Mujeres y Hombres que ha elaborado la Consellera Fina Santigo (IU) es un atentado contra la igualdad de hombres y mujeres”, dice el portavoz de UPyD, Juan Luis Calbarro, “en esos artículos en que privilegia proyectos de investigación, acceso a tribunales, a consejos escolares, a plazas de funcionario o directivo de empresas, por el mero hecho de ser mujeres. Realmente es un anteproyecto de Ley de Desigualdad.”
Para Calbarro, "la ideología de género confunde la igualdad de oportunidades con el igualitarismo de resultados finales en los procesos de selección laboral. Con esta ley, al garantizar la igualdad de género en el proceso final de selección de personal, lo único que se garantiza es que no se contrata a los mejores. No se trata sólo de una auténtica ley contra la igualdad y contra la eficacia, principios fundamentales en la Constitución española, sino también de una ley contra el arte y la excelencia, al privilegiarse los proyectos de investigación de mujeres y las obras artísticas de mujeres, además de velarse (tal vez a través de estos nuevos censores llamados comisarios de género) para que las obras artísticas no contengan contenidos sexistas o perpetúen estereotipos tradicionales, lo que significa, ni más ni menos, la condena al ostracismo de gran parte de obras de arte de Occidente y no digamos de otras culturas."
"La igualdad que interesa a una sociedad moderna y gestionada de manera justa y eficaz, y por tanto lo único que deben garantizar los poderes públicos", continuó el portavoz de UPyD en Baleares "es la selección de los que tienen mayores méritos, sean hombres o mujeres, ya que éstos son iguales en el mérito exigido; pero cuando se obliga a que la selección final de candidatos mantenga un equilibrio de hombres y mujeres, se está dando entrada siempre a alguien desigual en mérito, a alguien inferior en mérito, sea hombre o mujer; salvando las distancias, ocurriría lo mismo que si en un equipo de fútbol se obligara a incluir mujeres o si en un equipo de natación sincronizada se obligara a incluir a hombres. La misma arbitrariedad se daría si exigiésemos que colegios y universidades matriculasen un número de alumnas igual al de alumnos. Pero mejor no demos ideas...”
Todo ello, además, agravado por el hecho de que, "según dispone el artículo 43.4 del anteproyecto, sólo en los cuerpos o escalas de la administración con menos de un 40% de representación femenina se ha de dar preferencia a la contratación de mujeres, no aplicándose medida similar en el caso, mucho más frecuente de lo que se supone, de que la representación masculina no alcance el 40%; por ejemplo, en el personal docente de escuelas e institutos, que en más del 60% se compone de mujeres. A nadie le parecería razonable a día de hoy que en los estudios universitarios, donde las mujeres son mayoría, se aplicaran programas de discriminación positiva para favorecer a los hombres en aras a un igualitarismo de resultados que implícitamente niega la libertad de cada uno para elegir su propio proyecto vital al margen de cuotas y deberes con su propia identidad sexual", concluye Calbarro.