Contra el axioma de que sin ayudas públicas no hay cultura
UPyD denuncia la falta de racionalidad económica en los presupuestos culturales de Baleares
El presupuesto del Teatre Principal, para 2009, es de 6 millones de euros, el 25% del presupuesto de Cultura del Consell de Mallorca.
Palma, 23 de octubre de 2009. Las instituciones públicas de Baleares (autonómicas, insulares y municipales) que tienen como objetivo producir o fomentar productos culturales, olvidan casi siempre que la inversión cultural no ha de estar reñida con la eficiencia económica.
UPyD denuncia la falta de racionalidad económica en los presupuestos culturales de Baleares
El presupuesto del Teatre Principal, para 2009, es de 6 millones de euros, el 25% del presupuesto de Cultura del Consell de Mallorca.
Palma, 23 de octubre de 2009. Las instituciones públicas de Baleares (autonómicas, insulares y municipales) que tienen como objetivo producir o fomentar productos culturales, olvidan casi siempre que la inversión cultural no ha de estar reñida con la eficiencia económica.
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El caso más ilustrativo es el Teatre Principal, de Palma. El actual presupuesto del Teatre Principal-Fundación Teatre Principal, financiado por el Consell Insular de Mallorca es de 6 millones de euros, nada menos que el 25% del presupuesto de Cultura del Consell, de los cuales sólo una mínima parte se recupera por venta de entradas y otros ingresos.
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Las funciones de la Fundación Teatre Principal son la de elaborar la programación del Teatre Principal, producir obras propias, contratar obras para ser exhibidas en el Teatro Principal u otros teatros, promover con becas y ayudas la producción de obras de compañías de Mallorca. Un enorme esfuerzo, compartido por las fundaciones u organismos públicos como Teatro del Mar, Teatro Municipal, Xesc Forteza, Teatro de Manacor, de Vilafranca, de Lloseta, etc. (cada uno con su propio y suculento presupuesto).
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Pero lo que parece una labor encomiable deviene en un absoluto monopolio. Prácticamente ningún teatro privado puede sobrevivir con tamaña competencia desleal (sin límite en el gasto y sin exigencia de rentabilidad en los ingresos) y casi ninguna compañía teatral o de danza se lanza a la aventura empresarial, ya que casi todas ellas, que asumen con fatalismo que el teatro no es rentable, prefieren la protección económica de la Fundación Teatre Principal y de otras entidades públicas (esa citada miríada de teatros públicos municipales, fundaciones, consorcios, que imitan la irracionalidad presupuestaria del Teatre Principal) a la hora de producir sus obras, distribuirlas y representarlas. Casi el 90% de los ingresos de las compañías teatrales y de danza provienen de producciones sufragadas en gran parte con dinero público, es decir, de todos los contribuyentes, contratadas por entidades públicas y exhibidas en lugares o espacios públicos, de las islas o de la península, todo ello pagado a su vez por todos los contribuyentes, sin que los ingresos por taquilla o publicidad cubran una mínima parte de todo lo invertido.
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Que esto es así, lo corrobora el mismo presidente de la Fundación Teatre Principal, que ante la sugerencia de la Conselleria de Cultura de que es conveniente moderar gastos e invertir menos, responde con la contundencia de los que se sienten elegidos: «Al contratar una de estas producciones, tienes dos opciones: haces una función y pierdes 10.000 euros, o haces dos y pierdes 20.000». Extraordinaria lección de gestión cultural: no se puede plantear ni siquiera la posibilidad de recuperar inversión, y eso que las pérdidas por producciones contratadas por el Teatre Principal rebasan generosamente la cantidad de 10.000 euros.
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Para UPyD de Baleares la consecuencia es clara: la asfixia de la iniciativa privada y el miedo a la asunción de riesgos, a costa del contribuyente, afianzándose un “axioma”falso y disparatado, tan querida por los agentes culturales: sin las subvenciones no hay cultura, no hay teatro. Y la voracidad de este sistema queda perfectamente ilustrada con el siguiente ejemplo: el Teatre Principal, sabiendo que el Auditorium programa una temporada de ópera cada año (procurando que los ingresos superen a los gastos), se permite programar su propia temporada de ópera (admitiendo que los gastos superan en mucho a los ingresos), no en otra época del año, sino en las mismas fechas: el resultado es simplemente la anulación del programa del Auditórium.
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